Hace tres semanas que llegué de mi fabuloso viaje por la Toscana (Italia) y hoy reconfirmo que mis viajes me permiten hacer un valioso alto en el camino para ver mi realidad con otros ojos, además de recordarme los sueños que tengo pendientes por realizar.
En este maravilloso viaje de dos semanas, en el que celebramos principalmente el grado universitario de mi segundo hijo, Joaquín, escogimos como punto central la hermosa población de Lucca. Esta antigua ciudad medieval está rodeada de una muralla muy bien conservada que la protegía de sus vecinos durante las guerras italianas de Lombardía.
Desde allí, recorrimos en tiempo récord cuatro importantes zonas gracias al carro que alquilamos y a las impecables autopistas italianas: la costa (Cinque Terre y sus hermosos pueblos), la campiña (representada por la mágica Siena y sus alrededores), la histórica Florencia con su imponente catedral y la inolvidable escultura del David de Miguel Ángel, y por último, lo que decidí llamar la zona “roja”, representada por Maranello y su increíble fábrica de Ferraris.
Fueron muchos los pueblos que visitamos mientras íbamos de un destino a otro, entre ellos uno de mis favoritos, San Gimignano. Este encantador lugar se percibe como una fortaleza al estar ubicado en la cima de una montaña, rodeado por altos muros de piedra. Sus calles empedradas, sus hermosos balcones floridos y el constante olor a jazmín le dan un aire muy romántico y sereno. El deambular libremente por sus calles, parando en ocasiones a admirar en sus tiendas las lindas artesanías italianas.
» Me permitió soñar con la casa de campo que quisiera construir con mi esposo como un lugar de retiro y descanso».
¡Qué ganas de comprar todos los platos, bandejas, jarras, tazas, limpiones, toallas, manteles y servilletas que vi con motivos de limones amarillos tan típicos de esta zona! Adquirí algunas piezas para regalar y otras para decorar nuestro hogar, pero fueron muchos los objetos que dejé de llevar por su peso.
Tuve la oportunidad también de hacer varios paseos en bicicleta a lo largo de la muralla de Lucca durante los días “libres” que dictaba nuestro itinerario, detalladamente organizado por mí. Nada me hace sentir más feliz que recorrer un lugar nuevo en bicicleta mientras hago ejercicio y descubro sus calles y rincones.
Me parece que no hay mejor manera de ubicarse y descubrir los pequeños tesoros escondidos de pueblos y ciudades pequeñas. Hasta la inmensa Florencia tiene planes que le permiten a sus turistas recorrer las ocupadas calles en bicicletas eléctricas, lo que hace mucho más llevadero pedalear por algunas de sus empinadas calles.
Aunque me encanta caminar y recorrer calles, senderos y caminos, esta nueva modalidad de moverse por las ciudades donde el tráfico es restringido resulta una muy buena opción para los que disfrutamos hacer deporte de una manera divertida.
Este viaje a Italia me recordó lo mucho que amo el campo, el verde de los árboles, el aroma de las flores, el canto de los pájaros y el pasear al aire libre. También reafirmé la inmensa satisfacción que siento cuando planeo minuciosamente un viaje y luego recorro paso a paso cada destino con emoción y entusiasmo.
Soy una persona muy disciplinada, que trabaja con mucha dedicación y entrega, pero también soy una convencida de que hay que tener equilibrio para disfrutar plenamente la vida. Por eso le dedico tanto tiempo y esfuerzo a planear lo que más me gusta hacer en mi tiempo libre: viajar por el mundo.
Definitivamente, soy una viajera incansable que sueña con conquistar nuevos destinos, pero que también va encontrando esos lugares que le transmiten una magia especial.
» En este viaje, la Toscana me hechizó y no dudo que volveré a recorrer los caminos andados en busca de inspiración, serenidad y paz.»